El aparato de TC emite un haz colimado de rayos X que incide sobre el
objeto que se estudia. La radiación que no ha sido absorbida por el
objeto es recogida por los detectores. Luego el emisor del haz, que
tenía una orientación determinada (por ejemplo, estrictamente vertical a
90º) cambia su orientación (por ejemplo, haz oblicuo a 95º). Este
espectro también es recogido por los detectores. El ordenador 'suma' las
imágenes, promediándolas. Nuevamente, el emisor cambia su orientación
(según el ejemplo, unos 100º de inclinación). Los detectores recogen
este nuevo espectro, lo 'suman' a los anteriores y 'promedian' los
datos. Esto se repite hasta que el tubo de rayos y los detectores han
dado una vuelta completa, momento en el que se dispone de una imagen
tomográfica definitiva y fiable.
Para comprender qué hace el ordenador con los datos que recibe lo mejor es examinar el diagrama que se aprecia líneas abajo.
La figura '1' representa el resultado en imagen de una sola
incidencia o proyección (vertical, a 90º). Se trata de una
representación esquemática de un miembro, por ejemplo un muslo. El color
negro representa una densidad elevada, la del hueso. El color gris
representa una densidad media, los tejidos blandos (músculos).
En la figura '4' el ordenador dispone de datos de cuatro incidencias:
45º, 90º, 135º y 180º. Los perfiles de la imagen son octogonales, lo
que la aproximan mucho más a los contornos circulares del objeto real.
Una vez que ha sido reconstruido el primer corte, la mesa donde el
objeto reposa avanza (o retrocede) una unidad de medida (hasta menos de
un milímetro) y el ciclo vuelve a empezar. Así se obtiene un segundo
corte (es decir, una segunda imagen tomográfica) que corresponde a un
plano situado a una unidad de medida del corte anterior.
A partir de todas esas imágenes transversales (axiales) un computador
reconstruye una imagen bidimensional que permite ver secciones de la
pierna (o el objeto de estudio) desde cualquier ángulo. Los equipos
modernos permiten incluso hacer reconstrucciones tridimensionales. Estas
reconstrucciones son muy útiles en determinadas circunstancias, pero no
se emplean en todos los estudios, como podría parecer. Esto es así
debido a que el manejo de imágenes tridimensionales no deja de tener sus
inconvenientes.
Un ejemplo de imagen tridimensional es la imagen 'real'. Como casi
todos los cuerpos son opacos, la interposición de casi cualquier cuerpo
entre el observador y el objeto que se desea examinar hace que la visión
de éste se vea obstaculizada. La representación de las imágenes
tridimensionales sería inútil si no fuera posible lograr que cualquier
tipo de densidad que se elija no se vea representada, con lo que
determinados tejidos se comportan como transparentes. Aun así, para ver
completamente un órgano determinado es necesario mirarlo desde diversos
ángulos o hacer girar la imagen. Pero incluso entonces veríamos su
superficie, no su interior. Para ver su interior debemos hacerlo a
través de una imagen de corte asociada al volumen y aun así parte del
interior no siempre sería visible. Por esa razón, en general, es más
útil estudiar una a una todas las imágenes consecutivas de una secuencia
de cortes que recurrir a reconstrucciones en bloque de volúmenes,
aunque a primera vista sean más espectaculares.

Interior de un tomógrafo axial computarizado.
Leyenda:
D: detectores de radiación.
T: tubo emisor de rayos X.
X: haz de rayos X.
R: rotación del "gantry".
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